El territorio de Pisco fue el lugar sobre el que se asentaron las principales culturas prehispánicas, desde el 1000 a.C., por lo que es una de las provincias más ricas y abundantes en restos arqueológicos. Las culturas que más destacan son Paracas y Nazca, ambos máximos exponentes del arte textil y cerámico prehispánico, respectivamente. Durante la época colonial, la ciudad de Pisco se fundó como la “Villa de San Clemente de Mancera”, aunque sus habitantes acostumbraban llamarla como la “Villa de Pisco”. El significado de Pisco, traducido del quechua, es “pájaro”. Esta floreciente villa portuaria sufrió los ataques de los piratas más conocidos de la época, además de pasar por terribles catástrofes naturales que obligaron a trasladarla a su actual lugar de emplazamiento, al sur de la desembocadura del río Pisco. Así fue como, en 1689, sería nuevamente fundada -pero esta vez- bajo el nombre de “Villa de Nuestra Señora de la Concordia de Pisco”. Ya en los últimos años de la era colonial, a puertas de la Independencia del Perú, llegó a Pisco el libertador José de San Martín. Su desembarco se dio en la bahía de Paracas, lugar en el que se creó la primera bandera del Perú. Por esa y muchas otras razones fue que en 1832 se le otorgó a Pisco el título de “Villa y Puerto de la Independencia”. Pero no fue sino hasta 1898 que la villa obtendría el título de ciudad, convirtiéndose en la capital de la provincia. Hoy en día mantiene su fama y prestigio como ciudad portuaria, agrícola y de una arraigada tradición vitivinícola que trasciende las fronteras.