La historia de esta ciudad del extremo norte peruano guarda una relación muy fuerte con la industria petrolera de los primeros años del siglo XX, ya que durante ese tiempo fue conocida como la capital del oro negro por la abundancia del petróleo, recurso que -por siglos- se mantuvo ignorado por el desconocimiento de su potencial. El primer indicio que se tiene de este recurso en la zona es el pozo de brea que usaban los antiguos habitantes de la región, los tallanes, con fines artesanales. En la época colonial, las tierras que albergaban en secreto la riqueza del recurso petrolero cambiaron de dueño de manera constante. Con el paso de los siglos, terminaron como últimos propietarios de las tierras los miembros de la familia Lama, quienes al enterarse del boom del petróleo que se había desatado fuera del país, negociaron la explotación, y en algunos casos la venta, de sus terrenos con empresas extranjeras. Fue así como se inició una nueva etapa en la historia de la ciudad norteña de Talara, ya que el petróleo no solo atrajo a empresarios dispuestos a invertir en la explotación del recurso, sino que transformó la configuración social del entorno con las migraciones y asentamientos de los campamentos de la gente que llegaba para trabajar en los pozos petrolíferos. Sin embargo, los problemas sociales también comenzaron a proliferar por la explotación excesiva de los trabajadores, quienes ante los abusos se alzaron en continuas huelgas que, con los años, consiguieron mejorar la situación laboral en la industria petrolera de Talara.